domingo, 11 de diciembre de 2016

Día de euforia u otra cosa, no sé…

Habeis escuchado esa canción de los Hombres G que dice:
“Hoy me he levantado dando un salto mortal…”,
bueno no sé como sigue muy bien, el caso que hoy  a mi lado ese era un pavisoso!
Llevaba unos días preparando una ruta y tratando de hacer grupo pero finalmente el Sábado por la tarde se torció el asunto, al final conseguí hacer un grupo de 1, estaba tan ilusionado que me dije: “ a tomar por culo todo, me voy  sólo!”, y miren!, queridos lectores, la cosa funcionó!
La ruta empezaba en el Pontón de la Oliva, un sitio que me encanta y que me trae algunos de mis mejores recuerdos con amigos de fiesta. Desde el Pontón y hasta Alpedrete de la Sierra conocía en camino el resto era nuevo.
El día era espléndido, y la ruta se puso muy interesante y cada vez mejor, se convirtió en mi ideal de MTB, agua, barro y barda (aquí permítanme hacer una aclaración, la “barda” es una mezcla de barro y mierda en proporciones diversas, por norma general pienso que contiene más barro que de lo otro) procedente de la actividad ganadera.
https://photos.app.goo.gl/8EspL9sN44GBfxK49




Si pinchas en la primera foto irás  a un álbum web.
A poco de esto de la barda, me surgió el problema de vadear un riachuelo un poco crecido, no había posibilidad de pasar sin mojarse los pies, así que resolví cruzarlo mojándomelos, para ello utilicé una técnica de las fuerzas especiales del ejército, me quité los calcetines, por lo menos tendría algo seco para luego… Madrecita! qué fría puede estar el agua! Se me encogió hasta la calva del frío! hay que joderse…!, y no tener video del trance…!
Después de esta ventura, querido Sancho, el asunto empezó a ponerse feo, estaba eufórico y creo que la razón no me alcanzaba, empecé a correr riesgos cuando más técnica se ponía la pista, por llamarla de algún modo, por que aquello más pareciese a camino de cabras que a camino civilizado. Así fue como aconteció mi primera caída: “Estaba yo bajando por peligrosa pendiente, muy bacheada e irregular cuando aparecióseme una pedrera en la misma mitad del camino, a fe mía que se ralentizó todo, frenazo y  pensar ‘Hostia fijo, saca los pies de las calas’ todo fue uno, al llegar a la piedra se clavó la rueda de delante y yo libre de las trabas de las calas salí impelido por encima del manillar, ya en pleno vuelo ocurrióseme que el aterrizaje podría ser doloroso, me dio tiempo a pensar en rodar parar repartir la carga del golpetazo, ¡Vaya hostión! pero efectivamente el golpe se repartió por manos, codo izquierdo, hombro del mismo lado, espalda y mochila. Sin daños graves cogí mi bici y me puse en marcha otra vez sin pensar en nada! como el que oye llover…!
No sirviome de lección el percance, y volví a caer otras dos veces, una por una senda estrecha donde se me engancho el manillar en un enebro, y la siguiente por una salida de pista, la curva no estaba bien diseñada, el peralte era incorrecto y allí deje la marca por donde debe discurrir la curva para la siguiente ocasión, a ver si aprenden los ingenieros de caminos!.
Viendo que la cosa me superaba, por que al  fin me di cuenta, no vayan a creer que estoy tan tonto, de que mi técnica no era la apropiada empecé a practicar el empujabike y el acuestasbike. Con estos entretenidos deportes alternativos recorrí entorno a 7 kilómetros, en diferentes sectores de la ruta, que la cosa no mejoró hasta ya comenzar la vuelta, unos 25 kms que se me hicieron a ratos penosos.
Sendas muy estrechas y muy rotas, con muchas rocas y muy húmedas, muchos arroyetes por todas partes, a veces la rodada del camino bajaba llena de agua, haciendo perder tracción a las ruedas.
Todavía tuve tiempo de darme un par de costalazos más, aunque en estas ocasiones escogí yo donde caerme, antes de dejar mi integridad física en manos de los hados.
Así y todo pienso repetir, los paisajes eran espectaculares, recorrí parte del cañón de rio Jarama, por que sepan ustedes que el Jarama a parte del circuito también tiene armamento pesado. las vistas desde lo alto de los collados eran preciosas, se veían cárcavas por varios sitios, mucha variedad forestal (unos quejigos enormes) y los pueblos pequeñitos y con todo el encanto de los pueblos viejos.
A pesar de los pesares, gracias o por culpa de la adrenalina y otras hormonas del sistema simpático, me sentía lleno de vida como hacía años, sentía que percibía todo más intensamente, era consciente de todo y me encontraba lleno de fuerza, las cuestas no lo parecían tanto, las bajadas eran divertidas.
Todavía, a estas horas, después de 6 horas de terminar la ruta no acabo de calmarme, aún no he conseguido relajarme.
Qué sosa me va a parecer la vida mañana!